Por ello, en la película La Generala de Juan Ibáñez, los rebeldes llegan con María Félix y le dicen que se les había acabado el parque (las balas). Entonces la generala les dice: «Pues échenles mentadas, qué también les duelen». Sobre mandar a alguien a chingar a su madre, Octavio Paz, en El laberinto de la soledad, dice que la chingada es la madre, pero no cualquier madre: «La Chingada es la madre que ha sufrido, es decir, la mujer a la que han chingado».
En los tiempos de la conquista, aquellos hijos que habían nacido como resultado de una violación por parte de los españoles a las indígenas, eran los hijos de la chingada. Analógicamente, mentarle la madre a López Obrador es un sinsentido, sobre todo porque, con su forma de gobierno, quien nos está chingando es él. En todo caso, con esta Cuarta Transformación, los hijos de la chingada somos nosotros.