Si no le hubieran fracturado las costillas a Sandra Aguilera, la porrista preferida de López Obrador, no nos hubiéramos enterado que el gobierno de la Cuarta Transformación le paga escoltas federales; ¿no que ni los expresidentes iban a tener? Esos escoltas dejaron el lunes 18 de enero a Sandra Aguilera en una clínica de belleza de la calle Ricardo Toscano en Ciudad Satélite, donde le habrían de operar para quitarle una costilla y dejarla como Thalía. Pero la dejaron como “santo Cristo”.
Después de dos días extraviada, Sandra Aguilera resultó con lesiones en las costillas y fue ingresada en el hospital de Traumatología del IMSS en Lomas Verdes. Hasta el presidente se preocupó por ella y pidió en las mañaneras que buscaran a su porrista preferida. La policía mexiquense la halló y dio a conocer el trágico, pero vergonzoso trance por el que pasa la doctor honoris causa Sandra Aguilera.
Ahora, el gobierno del Estado de México ordenó catear la clínica clandestina a la que entró Sandy Aguilera. La pregunta es, ¿la obligaron a entrar a esa clínica? Si los escoltas pagados por el gobierno la llevaron, ¿por qué se activó una alerta y se hizo tanta alharaca? ¿Le da a los “chayoteros” de la 4T para andar pagando cirugías estéticas de ese nivel? Vaya tema escabroso, trágico y vergonzoso.
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