El brillo y la presencia que tuvo el SNTE en el pasado inmediato, no aparecen por ningún lado. El SNTE en estos momentos sólo es un cascarón olvidado, su presencia como ombudsman y como representante defensor de los derechos laborales, sólo es un mero recuerdo. El SNTE requiere una renovación, no sólo en sus dirigentes, sino también en sus propios estatutos; se debe entender que la vida sindical, en un mundo globalizado, ha cambiado.
Además, la llegada del enemigo invisible con su carga viral ha cambiado la forma de trabajar y, por lo mismo, se requiere adaptar la defensa de los derechos laborales. El SNTE debe conocer cuáles son las verdaderas necesidades de los trabajadores de la educación. Sin embargo, eso no pasa por la cabeza de los actuales dirigentes, para ellos, sólo importa seguir en el poder a como dé lugar. No importa que la defensa de los derechos laborales pase a segundo lugar.