El primer tercio

Tercio
Primer tercio FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / La analogía con la fiesta de los toros es inevitable, estamos saliendo del primer tercio, donde el objetivo es descubrir el temperamento y comportamiento del toro, es el tercio donde se ahorma el toro para su lidia en los tercios restantes, mediante puyazos breves, bien dosificados y colocados, para restarle poder y corregir los defectos de su embestida.

El siguiente tercio es el de banderillas, está destinado a recuperar la embestida del toro, que después del largo y duro primer tercio, debe aplomarse, su casta lo obliga a reaccionar al castigo y así cumplir con el último de los tercios, que es el más peligroso y el más esperado por los espectadores, es cuando el matador se encara con el toro y debe terminar de la forma más limpia y elegante posible.

No soy aficionado a la fiesta brava, pero la analogía al poder es muy interesante, es casi obligado pensar que el presidente López Obrador esta saliendo de su primer tercio de gobierno. En este momento ya tiene claro el temperamento y comportamiento del país. Durante estos dos años hizo gala de todo su repertorio, dosificó los puyazos y con capa y capote intentó amansar y corregir la embestida de un animal tan bravo y complicado como lo es nuestro país.

Durante muchos años se la pasó trompeteando la faena de los toreros que lo antecedieron, ahora en el ruedo tiene claro que el toro es increíblemente complicado de lidiar, no se trata de un animal sencillo, es bravo, muy bravo, y los tercios restantes, al parecer, no le dan para salir en hombros de la plaza.

No han sido los primeros dos años que se imaginó, se trató de un primer tercio donde errores de gobierno fueron la norma, se perdió la confianza de los inversionistas al tirar a la basura obras de infraestructura muy importantes, se enfrentó a un movimiento feminista sin obtener el menor beneficio y no dejó de pelearse con el público que lo crítica y observa con severidad, tal y como él lo hizo en su momento.

Canceló el Seguro Popular sin tener nada que lo supliera; intentó vender un avión que terminó rifando sin rifar; la violencia sigue sin tener visos de encontrar solución; las obras estrella de su administración no tienen el ritmo que esperaba, se inundan, encuentran cerros que no vieron, la resistencia es fuerte y el ánimo se desvanece cada día.

La economía ya la había tirado al suelo cuando llegó la pandemia, esta decidió minimizarla y no tomarla con seriedad, la caída este año se espera en cerca del 10% del PIB y los muertos por covid en cifras oficiales en más de cien mil, aunque en también cifras oficiales, se pueden contabilizar en un cuarto de millón de mexicanos muertos por esta terrible enfermedad.

La lucha contra la mafia del poder y la corrupción que enarbolaba con pasión desbordada en campaña ha sido un fracaso, de Emilio Lozoya no se ha sabido nada, de Pío López se espera el perdón y olvido, el General Cienfuegos, mejor lo regresamos a México, donde la impunidad y el silencio serán la marca de la casa. El pacto de impunidad con Peña Nieto es cada día más evidente y Felipe Calderón la causa de todo mal, cada día se erosiona más como la pretexto del desastre en su administración.

No ha sido un primer tercio fácil, él decidió complicarse estos dos años de forma innecesaria. Regresamos a las energías sucias y contaminantes por una resistencia ideológica, buscó una alianza con Donald Trump y su apuesta resultó perdedora, ahora se resiste a aceptar los resultados electorales del país vecino y se enlista en un grupo de líderes autócratas impresentables a nivel mundial.

Ahora, como nunca en tiempos recientes, el presidente no se mide por su desempeño de gobierno en estos dos años, son los cuatro restantes los que lo definirán por décadas. Le espera un año electoral que se antoja sencillo para su partido, sus programas clientelares tendrán que hacer el quite de la faena. Su objetivo ya no lo encontrará en los resultados de gobierno, son los electorales donde le resta concentrarse para sacar a flote su administración.

Todo el dinero, todo el esfuerzo y dedicación para mantener el congreso y ganar el mayor número de gubernaturas el próximo año. El presidente sabe y tiene perfectamente claro que su cuarta transformación es lo que está en juego en las próximas elecciones. Seguirá capoteando los problemas nacionales, todo se reduce a intentar ganar tiempo y que la oposición siga entretenida trompeteando al torero.

No le conviene una alianza opositora, no quiere un toro bravo que lo saque del ruedo y lo deje en los dos tercios restantes viendo como se derrumba su sueño de pasar a la historia al lado de los grandes héroes nacionales.

Así que no se ilusionen, todo seguirá igual, el siguiente tercio es el de banderillas y este solo será electoral. Va por todo lo que pueda, es lo único que le queda para salir en hombros de la plaza.

Salir en hombros es su obsesión, vivimos un sexenio de objetivos personalísimos, no existe ni creo que exista, un proyecto de nación en lo que resta del sexenio, es el proyecto de Andrés Manuel López Obrador y su paso a la historia lo único que le interesa.

Como buen torero, lo que le importa es matar el toro y que le den rabo y orejas.

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