La enfermera supo lo que le quería decir. Wilhelmsen pedía un violín y ella se lo consiguió. El paciente quería mostrar al personal médico que lo atendió su agradecimiento. La música fue el mejor lenguaje para poder expresar su agradecimiento y para expresar su despedida. Grover Wilhelmsen logró sentarse en la orilla de la camilla donde estaba y tocó el violín para todos los que estaban en la unidad de cuidados intensivos.
A pesar de estar tan enfermo, aún pudo seguir adelante. La melodía que ese día tocó, no la había aprendido en ningún libro, esa nota salía de su corazón, de su tristeza. Con esa melodía se despedía del mundo y se logró apreciar cuánto significaba para él la música. De los ojos de todos los que lo escucharon ese día brotaron lágrimas. El final lo saben. La nota que tocó ese día la llamaron «Lágrimas de un paciente en despedida».