La doble moral y la hipocresía salen a la luz cuando se cuestiona y condena lo que otros hacen. Sobre todo, cuando éstos no forman parte del equipo. El gobernador del estado de Veracruz levanta la voz y condena el actuar de Leno Rosales por la celebración de los XV años de su hija en plena pandemia. Sin embargo, el hijo del profe Atanasio actúa como los fariseos del primer siglo, quienes colaban el mosquito y se tragaban entero el camello. Ellos mismos no se fijaban en los errores que cometían, es más hasta los justificaban.
Lo mismo pasa con los allegados al gobernador, ahí está documentado el caso de Esteban Ramírez Zepeta, quien no sólo ha usado los recursos de los veracruzanos para promoverse y querer ser el dirigente estatal de Morena, sino que ha realizado eventos donde la gente se ha presentado sin respetar la sana distancia.
O cuando su protegida Ana Mirian Ferráez juntó gente en el Salón Bazar, en un evento proselitista sin respetar las normas de sanidad, de ello no dice nada Cuitláhuac García, es más, guarda silencio sepulcral. Por eso, ahora que sale a señalar al rupestre disputado de su partido político, nadie le cree su condena. Primero que conmine a los suyos y luego que salga a condenar a los demás.
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