En política, nadie está suficientemente vivo ni completamente muerto. Los que creyeron que la maestra Elba Esther Gordillo estaba muerta en sentido político, después de la injusta detención que le fabricó el gobierno de Peña Nieto, se equivocaron. Aquellos que celebraron, por unas cuantas semanas, que a Redes Sociales Progresistas el INE les hubiera negado el registro como partido político, también se equivocaron. La Maestra, sabedora y conocedora de cómo se teje la política mexicana, supo esperar hasta el último momento para que el Tribunal Federal Electoral dirimiera y diera el fallo a favor de Redes Sociales Progresistas.
Pero eso no fue todo, fue testigo principal de cómo el mismo Tribunal se convirtió en verdugo, contra el partido de su pupilo, Alfonso Cepeda Salas. Es cierto que la maestra ha dicho que busca justicia, que la venganza la deja para mentes débiles, sin embargo, los mexicanos sabemos que la venganza es un plato que se come frío, y si ya lo tienes servido, ni modo que lo deje uno pasar.
En política cuenta mucho el tiempo y la circunstancia y, en ocasiones, ésta puede jugar a favor o en contra. La cuestionable victoria de Mario Delgado, sobre el histórico y afamado Porfirio Muñoz Ledo, en esta ocasión juega a favor de la famosa mentora, ya que el experredista Mario Delgado es pupilo del establo de Marcelo Ebrard, un hombre que siempre ha sabido reconocer el poder y el capital político que aún conserva la maestra Gordillo.
Un capital nada despreciable que lo ayudaría para alcanzar su anhelo más adorado, ocupar el puesto que dejaría vacante Andrés Manuel López Obrador en el 2024. En los últimos días se ha desatado el rumor de que Olga Sánchez Cordero ya tiene listas sus maletas para dejar la poderosa Secretaría de Gobernación y que el canciller Marcelo Ebrard sería quien ocuparía su lugar. Acuérdense de que cuando el río suena, es que algo lleva, tenga por seguro que, si este cambio se da, los días de Cepeda Salas frente al SNTE estarían contados.
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