La Conquista y el Penacho (Tercera parte)

Conquista
La Conquista de México FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Cortés estaba encantado de estar en estas benditas tierras jarochas, además que ya no estaba tan solo, Mallintzi, además de traductora, tenía otras gracias y atributos que hacían más confortable la vida de un conquistador que se respete.

Pero ya había relajo con los compañeros de viaje, unos ya se querían regresar a Cuba y otros querían más emociones, aventuras y visitar al Huey Tlatoani. Cortés se hizo el desentendido y siguió como si nada. Lo primero que hizo es asentar conforme a la ley, por eso de que papelito habla y a las palabras se las lleva en viento, la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz los primeros días de julio de 1519, con todo y cabildo, autoridades y Rey Feo del Carnaval del siguiente año.

El ambiente entre los conquistadores no mejoraba, así que Cortés sorprendiendo a todos, los convocó para la primera grilla política en estas tierras, les pidió que lo dimitieran del cargo de capitán general de la expedición del gobernador de Cuba y lo eligieran como el capitán de la nueva expedición que no tuviera que rendir cuentas al metiche del gobernador de Cuba Diego de Velázquez, así de sencillo y de fácil fue que Cortés mandó a los de cuba al carajo.

Cuando festejen la creación del primer municipio de México, deberían de ponerse a pensar que todo fue una chicanada política de Cortés para quitarse de encima al pobre Velázquez, que se quedó entripado del coraje.

Pero las cosas no se quedaron así, Cortés redactó su primera Carta de Relación y mando a tres de sus hombres de confianza con todos los gastos pagados directo a España con el rey para entregar la dichosa carta y la solicitud de juicio de residencia a Velázquez por haberse quedado con unos dineros en Cuba que no eran suyos.

Los hombres de confianza no resultaron tan de confianza, porque lo primero que hicieron fue hacer una escala en Cuba y pasarle el chisme al gobernador de todo lo que estaba haciendo Cortés, por lo que este se puso a organizar un ejercito a todo mecate para capturar al conquistador, pos que se creía este.

Ajeno al relajo en Cuba, Cortés decidió ir a platicar con el cacique gordo de Cempoala, que ya era amigo de Juan de Grijalva de la expedición anterior. Platicaron a gusto de cómo hacerle para poner en su lugar al Huey Tlatoani, como hacer insidia, venganza, mentir y sacar provecho de la ignorancia de los tlaxcaltecas, es decir, se pusieron a hablar de política como buenos veracruzanos.

Pero esas platicas fueron interrumpidas en varias ocasiones por los recaudadores de Moctezuma, que como cobradores de Coppel, no soltaban prenda tan fácilmente. Cortés le dijo al cacique gordo que no pagara nada y los encerrara para que no fueran con el chisme con Moctezuma.

Cortés traía doble juego, ya como buen político veracruzano, intentó jugarla con los dos, con el cacique gordo y con Moctezuma. Liberó a dos de los cobradores y les hizo llevar un mensaje de paz y amor al tlatoani y más tarde culpó del escape a los que estaban a cargo de cuidarlos. La estrategia de Cortés era tan simple que su belleza radicaba en eso, hacer que los totonacas lo acompañaran a Tenochtitlán y engañar al gran Moctezuma. Pocos días después llegaron otros representantes del Huey Tlatoani llenos de regalos para Cortés, por lo que el cacique gordo se quedó medio sacado de ondateptl, pero Cortés le dijo que su pueblo ya era libre del yugo y no tendría que pagar nada nunca más, con lo que el cacique quedó satisfecho.

Mientras eso sucedía en Cempoala, en la recién fundada Villa Rica de la Vera Cruz ya había broncas de nuevo, como no tenían noticias de los emisarios que enviaron a España, algunos miembros del cabildo ya se estaban peleando por los puestos vacantes, por lo que Cortés organizó un consejo de guerra y un juicio para sentenciar a los vivales, ahorcó a unos, le cortaron partes de pies y manos a otros y al resto solo los puso bajo arresto.

Para evitar más de estos motines, Cortés mando a desvalijar los barcos hasta dejarlos innavegables, así, de esta manera, los que ya se querían ir se tuvieron que quedar y los que se querían quedar, pues le echaron más ganas, coaching del siglo XVI le dicen.

El 16 de agosto de 1519 Cortés con un puñado de españoles y un chingotl de aliados totonacas se dispusieron a poner sus pasos rumbo a la grande y magnifica ciudad de Tenochtitlán. Pasaron por Ixcalpan, ahora mejor conocido como Garnachilandia, después por Xalapa, donde el jefe de la aldea lo invitó a Los Lagos pero aún no tenían agua y lo llevo al árbol, pero todavía no lo sembraban, del museo de antropología mejor ni hablaron.

Siguieron su camino por Altotonga, Teziutlán y poco más adelante un jefe de un poblado de la región le dijo a Cortés que mejor se fueran por Cholula y así aprovechaban a conocer la región, ya que Tlaxcala estaba muy feo y el camino era de cuota. A lo que Cortés le pareció un intento de engaño y mejor se fue por Tlaxcala, no sin antes enviar unos adelantados para ver que había y si podían convencerlos de acompañarlos a ver a Moctezuma.

La próxima entrega será de cómo Cortés convenció a los tlaxcaltecas, el relajito que armaron en Cholula, la entrada a Tenochtitlan para visitar al gran Huey Tlatoani y cómo fue que el dichoso penacho acabó en Austria.

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