Líderes charros del SNTE no podrán coaccionar o amenazar a los maestros para la renovación de los comités

Si algún maestro tiene la pretensión de ser secretario de la Sección 32 del SNTE, sería bueno que entendiera que no sólo se trata de querer. De entrada, se debe contar con un liderazgo sólido que lo proyecte con los maestros, con la base, con los que han sido olvidados por un SNTE mezquino y pusilánime. Los aspirantes al poder sindical tendrán que acostumbrarse que, para llegar al poder, sólo será mediante el voto libre, secreto y universal. Si tienen la mayoría de votos, llegarán, esa será la fórmula de aquí en adelante. Los robalos y cachirules difícilmente llegarán.

Es cierto que el Equipo Político de la Sección 32 cuenta con una arcaica pero efectiva estructura de supervisores y directores escolares, que han servido como cachicanes y caporales para tratar a las bases como borregada. Sin embargo, la nueva ley laboral señala que ya es un delito coaccionar u obligar a alguien a votar por determinado candidato. Así que deberán convencer, persuadir y conseguir el voto a la buena, dentro del marco de la nueva ley laboral. Los aspirantes deberán dejar las viejas fórmulas anquilosas y las viejas mañas que les permitieron a los viejos jorocones mantenerse en el sindicato durante casi toda su vida.

Esas vacas sagradas ya fueron sacrificadas por la nueva ley laboral sin que ellos se dieran cuenta. Es seguro que la renovación del actual comité se dará después de la pandemia, lo que aún no se ha definido es si primero será la renovación del nacional, si eso pasa, tenga la seguridad que la mayoría de las secciones en sus estados cerrarán filas con quien gane las elecciones nacionales. Ese es el futuro del SNTE, siempre y cuando el trabajador de la educación ejerza y defienda su derecho a votar y ser votado.