El bebé caminaba en su andadera cuando de pronto se abalanzó sobre la tina de 20 litros. Cuando el tío vio que el bebé había caído dentro de la tina corrió en su auxilio, pero al sacarlo el menor ya no presentaba signos vitales.
La madre del bebé, al enterarse lo que pasó, no podía creerlo. Se lamentaba el hecho de no estar vigilándolo todo el tiempo, incluso dijo que otras veces cuando ella hacía sus quehaceres dejaba en el andador al pequeño y nunca había ocurrido nada grave. A la hora que las autoridades quisieron levantar el cuerpo del bebé y trasladarlo para realizar la autopsia de ley, la madre se aferró al cuerpo de su hijo. Entre lágrimas y sollozos lo llamaba por su nombre: “Quédate conmigo, no me dejes”; “perdóname bebecito, perdóname mi amor”; “eras lo mejor que tenía, no me dejes, despierta”.