En su artículo titulado “Arde la casa”, publicado en El Universal señala: «Duele y avergüenza que el fuego comprometa la vigencia del Estado de Derecho. Pero también es motivo de dolor y vergüenza que, en la suprema magistratura de la nación, donde debiera encarnar la figura gallarda del gobernante, se cambie la función de estadista por el papel del gerente de carpa que convoca al público a disfrutar el escándalo. Agreguemos la monstruosa iniciativa —propuesta neroniana— de someter a consulta pública el ejercicio de la justicia. Espero analizarla en otro artículo. El plato de lentejas de las futuras elecciones no justifica el menoscabo de la dignidad republicana y de la investidura que la representa».
¿Escuchará el presidente a hombres de semejante estatura, o sólo presta oídos a sus panegiristas?