Hace dos meses Cuitláhuac García se daba baños de pueblo sin cubrebocas y sin sana distancia; hoy Veracruz vive una pesadilla con el coronavirus

Y Cuitláhuac García se sale a dar baños de pueblo en plena pandemia FOTO: WEB

El 4 de mayo de 2020, hace dos meses, el gobernador de Veracruz desdeñaba las medidas de sana distancia; ese día salió a la Plaza Lerdo, sin cubrebocas, a darse su baño de pueblo, muy alegre platicando con las personas. Lo hizo porque el presidente de México ponía el mal ejemplo, y como el sueño de Cuitláhuac García siempre ha sido convertirse en un clon de López Obrador, pues también salía a las calles a poner el mal ejemplo y a demostrar que, como decía AMLO, el coronavirus no puede ser peor que un simple resfriado. Ese desdén hacia la pandemia se hizo patente en las tardías medidas que aplicó en las ciudades, en el desabasto de material de protección en los hospitales y al desoír los reclamos de los médicos; muchos de ellos murieron en la “línea de fuego”.

Hoy Veracruz vive el horror provocado por ese desdén; el coronavirus en Veracruz se está convirtiendo en una pesadilla. Ya son 11 mil 476 contagios confirmados y mil 754 defunciones; eso en cifras oficiales. El virus se ha propagado a otros municipios, muchos de estos con comunidades en lugares apartados, donde apenas hay una clínica o un dispensario médico. Lo peor de todo es que no hay manera de contener la pandemia.

No hay políticas sanitarias adecuadas ni siquiera se ha brindado información adecuada, pues las personas en las colonias de las periferias, en las comunidades apartadas, viven como si el Covid-19 fuese un invento del gobierno. Cierto, el aumento de la pandemia en Veracruz es en parte culpa de los ciudadanos, pero también es culpa de un gobierno que desdeñó desde un principio el riesgo y ahora rehúye a las consecuencias.

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