Tal es el caso del gobernador Cuitláhuac García, quien siendo diputado presumía su departamentito en la Ciudad de México donde el mismo se planchaba la ropa. Cuitláhuac García era un aguerrido crítico de los lujos y los derroches de las pasadas administraciones. Acusó lo costosa que resultaba la Casa Veracruz para los veracruzanos; una casa ostentosa en la que residían los gobernadores, casa llena de lujos y de sirvientes.
Pues a menos de dos años como gobernador, Cuitláhuac García ha mutado y se ha mudado a Casa Veracruz, esa hórrida residencia que ahora le debe parecer práctica, cómoda y digna de un mandatario a su altura. Lo dicho, el poder es un elixir que cuando los cretinos lo prueban, los vuelve locos.