Tan bien que íbamos

Bien
Tan bien que íbamos FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Esta frase, que se suma a muchas otras, solo abona a la certeza de la pobre relación con la realidad que puede tener una persona. Claro, esta nula relación con la realidad no es nueva ni debe sorprendernos, por el contrario, es la justificación por definición cuando no se dan los resultados para alcanzar la utopía irrealizable.

Como lo he comentado en otras ocasiones, no hay peor forma de destruir la libertad que el imponer sentimientos y utopías a las sociedades. En los sentimientos se impulsan las creencias y se desprecia la ciencia. En las utopías se construye una idea de Verdad (con mayúscula) que día a día se aleja de la realidad, es decir, para el relato de esta “Verdad”, se tiene que disponer forzosamente de “otros datos”.

Es así que la información referenciada y medible se sustituye con una serie de “otros datos”, que solo dan fe de lo que se desea y no de lo que simplemente es. La libertad que es intrínseca a la naturaleza humana, se sustituye por la idea sublime y utópica de la “Libertad”, esta con mayúscula, con la grandiosidad de lo que es inalcanzable y solamente soñada y definida por aquel que la desea imponer.

El poder va sustituyendo valores y conceptos plenamente realizables, posiblemente más ordinarios, pero reales, por otros que solo obedecen a la ensoñación y sentimientos como construcciones mentales inalcanzables.

En poco tiempo pasaremos al juicio final de la cuarta transformación, ese místico momento donde los últimos serán los primeros, donde lo privado es de todos, pero lo de ellos seguirá siendo de ellos. Es la forma mas teológica del antecedente de la expropiación y la pérdida de la libertad. Yo, el místico de la pobreza, voy a llevar al juicio final al rico pecador y explotador, voy dejarlo igual de pobre y miserable que el más pobre y miserable de mis hijos. No importa la riqueza, lo que debemos medir es el bienestar y la espiritualidad.

Los místicos de la pobreza no soportan al que se aleja de su teología pobrista, saben que el secreto de su éxito es sublimar la pobreza, de engrandecerla y dirigir todos sus esfuerzos a su permanencia como carácter de lo bueno y deseable.

Yo agradezco al actual gobierno, durante muchos años había intentado explicarme la causa del subdesarrollo y pobreza de mi país. Veía varias posibilidades: determinismo, geografía, raza, cultura, clima o religión, posiblemente todas las opciones, o solo la mala suerte de contar con un par de estas. Ahora, a los 15 meses de la cuarta transformación, tengo claro que es nuestro apego al victimismo y una mística sublimación de la pobreza la mejor forma de definirnos como mexicanos.

Nuestra relación con la riqueza es conflictiva, no la deseamos ni entendemos, es más, la gran mayoría no sabemos como conseguirla, no tenemos idea ni nos interesa competir, buscamos la forma de hacer lo menos, despreciamos el conocimiento, el mismo trabajo es un castigo divino, y lo peor del caso, despreciamos al que si la desea, al que compite intensamente, se capacita y el trabajo lo asume como la más digna actividad humana posible.

Ahora tengo claro, durante muchos años nos hemos esforzado en sublimar la pobreza, la hemos estudiado y escrito ríos de tinta para explicarla, definirla y medirla. La encontramos estéticamente bella, la coloreamos en piel morena, femenina e indígena. Sabemos como es la pobreza, la vemos todos los días, pero la tenemos enaltecida culturalmente. Existe pero no nos atrevemos a blasfemar contra ella.

Primero los pobres, que de ellos es el Reino de los Cielos. Lo malo es que mientras tanto en este terrenal México permanecerán pobres como condición para ser los primeros.

Cambiemos la estrategia, dejemos de estudiar la pobreza y empecemos de una vez por todas a garabatear la riqueza como la única posibilidad para construir la realidad, si, esta con minúscula, pero real y verdadera. Tan sencillo, el hambre solo se quita con comida. Pero en nuestro querido México queremos combatir el hambre con más hambre.

Por cierto, muchos en la historia han intentado evadir la realidad con otros datos. Todos han fracasado.

P.D. Felicidades a mi amigo Carlos Lascuirain por la iniciativa Signos Vitales, el pulso de México. El nombre no podría ser mejor.

Otra cosa: Recuerden, el miércoles 27 de mayo tenemos una cita vía zoom para charlar, en esta ocasión con Sergio Negrete Cárdenas, columnista del periódico El Financiero.

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