Ante esta petición de los jefes, el sicario decidió ponerse la ropa más vieja y sucia que guardaba en su ropero para así parecer que era un joven vagabundo el cual estaba inhalando thinner. El día que tenía que cumplir el trabajo llegó el sicario, se vistió de drogadicto y empezó a caminar por las calles de la colonia Pedregal de Santo Domingo. Poco a poco se fue acercando a donde estaba María Gabriela y Carlos Bladimir.
Los guardias de seguridad estaban con otras ocho personas las cuales sólo vieron que el joven sacó el arma y los asesinó. Nadie pudo detener al joven, de los ocho que se encontraban ahí ninguno pudo sacar un arma y dispararle. Las personas dijeron que el joven cuando corría, escapando del lugar, gritó que venía de parte de un sujeto cuyo nombre no quisieron dar y que el asesinato se debía a que se habían quedado con droga que no les pertenecía.