López Obrador ha pregonado que él no es como sus antecesores, hasta se ofende cuando lo confunden. Sin embargo, lo que está ocurriendo en su gobierno, tomemos por ejemplo el hijo de Manuel Bartlett y sus millonarios contratos con el gobierno federal, o el nepotismo que impera en el gobierno de Cuitláhuac García, nos demuestra que el gobierno actual participa de los mismos vicios que los gobiernos anteriores. El influyentismo y el nepotismo no se han desterrado como pregona el presidente de México.
No darse cuenta de ello lo hacen ver como un gobernante obstinado por su pureza, pero sumergido en una fosa de lodo que sus funcionario y gobernadores le han creado. Señala el presidente en ese memorándum: «Sólo me resta decirles que, de no cumplirse esta recomendación, se podría caer en actos de deshonestidad y en la esfera del derecho penal». Esta verdad de Perogrullo ayuda a entender la inacción en la que ha caído el gobierno. Reconocer que hay deshonestidad, pero no hacer nada.