Lo que no entiende la señora, obnubilada por la corrupción, que aquí el problema no es la condición de mujer de Verónica Hernández Giadáns, sino su parentesco con una mujer ligada al narcotráfico, como es su prima Guadalupe Hernández Hervis, alías “La Jefa”. La condición de mujer es ajena a eso y lo que se hace no es criticar, sino señalar que no se puede confiar en una persona que debe procurar la justicia de un estado, pero que al mismo tiempo tiene familiaridad con una delincuente.
De igual manera, cuando se descubrió que Érika Ayala había otorgado una plaza de tiempo completo del Cobaev a su hijo Bryan Alexis de 17 años sin tener título universitario, tampoco nos referimos a su condición de mujer o a su papel como madre, sino a su protagonismo como líder de la corrupción. Érika Ayala sabe que la corrupción no distingue género.