En ese momento debían sonar los aplausos grabados y los vivas a la honestidad temeraria de la fiscal espuria. Pero lo que hubo fue silencio; pocos podían creer lo que acababan de escuchar. Verónica Hernández Giadáns reconoció su vínculo con los Zetas. Si esa era la jugada, entonces el tiro les salió por la culata.
Por cierto, ¿de quién fue la gran idea? Den el nombre de esa luminaria que supuso que reconocer el parentesco con una operadora de los Zetas los libraría de cualquier cuestionamiento. Ahora el objetivo es José Manuel Pozos, quien en algún momento aspiró a ser secretario de Gobierno. Ya ven, no entienden que en estas lides de la política «el tramposo cae al Pozos».