Se acuerda usted el desacierto del funcionario consentido del gobernador, Zenyazen Escobar, quien había firmado contrato de exclusividad con Pepsi para que los alumnos se refrescaran e hidrataran con esa bebida azucarada, durante los recreos y que debido a que esa información llegó a oídos del propio secretario de Educación, el experto contorsionista tuvo que recular en su jugoso negocio.
Zenyazen Escobar debería prestar oídos a la declaración que hace el capitán José Adolfo Pérez Ramírez, médico internista con Alta Especialidad de la Clínica de Obesidad del Hospital Naval, quien dijo que a nivel Federal se debe tratar de permear con políticas públicas para llegar a las escuelas y a la familia, quizá a través de los libros de texto sobre el tema de la obesidad, así como las complicaciones relacionadas con este padecimiento, porque “es importante que un niño se eduque sobre su salud desde temprana edad”.
En otras palabras, debe de haber una estrategia nacional para revertir los índices de obesidad o la gordura no desaparecerá en México, según la observación de este especialista. Un claro contraste con las fallidas pretensiones de un personaje que pensó primero en su bolsillo y luego en la diabetes y obesidad de los alumnos. De manera que, en la política nacional, no hay lugar para hacer negocios a costillas de la salud de los niños.
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