Edgar Landa Hernández* / Las instrucciones eran básicas. Portarse bien durante todo un año, para que este día, el 5 de enero, los niños pusiéramos la carta dentro de un zapato o a un costado del árbol de la navidad; que habrían de recoger los Santos reyes y dejarnos los regalos, como un obsequio a nuestra buena conducta. Aunque, a decir verdad, en mi caso, pocas veces me traían lo que yo pedía.
En alguna ocasión, con mucho entusiasmo escribí mi carta, en ella pedía de la manera más atenta un ferrocarril eléctrico. Al despertar, cual fue mi sorpresa que me habían dejado encima de mi zapato un hombre elástico. Jamás cuestioné tal situación, siempre sonreía y agradecía que se hubieran acordado de mí.
Tiempo después, únicamente ponía mi nombre y la palabra “gracias”, y aun así me traían regalos.
Pero nunca los santos reyes nos dejaron sin regalos ni a mis hermanos ni a mí.
Hoy que soy mayor comprendo todo el esfuerzo que hacían aquellos reyes magos por poder ver la cara de sus niños felices. Quizás no me traían lo que pedía, pero lo compensaban con otras cosas que hasta estos tiempos me llenan de orgullo y sobre todo de agradecimiento.
No tuve los mejores juguetes, pero si tuve quien me ayudara a pedalear mi primera bicicleta. Tuve al mejor padre del mundo que me enseñó que dar es una de las mejores formas de vivir. A compartir de lo que tengo y no de lo que me sobra. Con sus ejemplos mis padres me enseñaron que no es necesario refugiarse entre cuatro paredes para dar gracias al creador. Dios está en todas partes y sobre todo nos enseñaron a hacer lo que dictan sus leyes.
Fue por ellos que compartimos las salidas al mar, al bosque y juntos formábamos una familia sin igual. Los mejores regalos no eran de plástico, los más bellos presentes eran ver de espectadores a mis padres cuando representamos al estado compitiendo en las diversas actividades físicas en las cuales participamos.
Hoy doy gracias por el regalo que mis padres nos obsequiaron, respeto, humildad, sencillez y sobre todo el agradecimiento de todo lo que se recibe ya sea chico o sea grande.
Quizás no tuve los regalos que yo quería, pero si tuve los que me hacían entretener y sobre todo mantener nuestra familia unida.
¡Feliz día de reyes!
Edgar Landa Hernández.
*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes A.C.*
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