Se consiguió el secretario de Educación, Zenyazen Escobar, un grupito de periodistas sin ética, expertos en alabanzas, rastreros, pero sin lectores, con el fin de levantar su imagen. Después de la reculada del moche que le daba Pepsi por la exclusividad de la venta de bebidas azucaradas en las escuelas de nivel secundaria y preparatoria, el secretario de Educación quedó como un simple “coyote” que negocia contratos en lo oscurito.
Por cierto, no se crea que Zenyazen se quedó llorando en un rincón el moche millonario que perdió por esa exclusividad; ya verá la manera de recuperarlo. La toma de escuelas, la compra de plazas, la corrupción en las delegaciones, el nepotismo y muchas otras prácticas siguen en la SEV de la Cuarta Transformación.
Para poder cubrir un poco esa pátina nausea que cubre la imagen del secretario, éste ya articuló a un grupo de pseudo periodistas que lo llaman arbitrariamente el “imparable”, el “mejor”, el “eficiente”. De manera desaforada estos periodistas del subsuelo prestan su servicio a un funcionario cuando el periodismo, no sabemos si estén enterados, es un bien social y se rinde a los ciudadanos. ¿Funcionará esa estrategia? Difícilmente, en primer lugar, porque uno no se puede pelear con la realidad, pues la realidad, tarde o temprano, se yergue victoriosa. Tampoco funcionará porque los corifeos que ha puesto a sueldo no tienen la menor relevancia y muchos menos credibilidad.
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