Un embajador de Argentina que roba libros, un exgobernador de Veracruz que robaba ceniceros; un exstripper que se queda con los moches

Óscar Ricardo Valero Recio Becerra, Fidel Herrera Beltrán y Zenyazen Escobar García FOTO: WEB

Gran revuelo ha causado en la clase diplomática de toda América Latina enterarse que Óscar Ricardo Valero Recio Becerra, embajador de México en Argentina, se robaba un libro en la famosa librería El Ateneo Grand Splendid en Buenos Aíres, Argentina. Lo tuvo que devolver, pero si salió de la tienda con el libro sin pagarlo, se lo robó, lo que lo hace un ladrón. Pero estos casos no son tan extraños como usted pueda suponer. Embajadores, gobernadores o secretarios de Estado, no importa que sueldo tengan, cuando se crían mañosos, mañosos se quedan. Tal es el caso de Fidel Herrera Beltrán, quien se robaba ceniceros.

Cuenta Luis González de Alba en su columna publicada en el periódico Milenio: «En una ceremonia en el Banco de España, a Fidel Herrera le gustó un cenicero y se lo echó al bolsillo del abrigo. Otro mexicano lo amenazó con denunciarlo si no lo dejaba. También los hay. ¡Atornillen los ceniceros!». Fidel robó mucho en Veracruz, sólo por robar, lo mismo que Javier Duarte de Ochoa.

Pero se esperaba que el gobierno de la Cuarta Transformación, encabezado por Andrés Manuel López Obrador escogiera muy bien a sus funcionarios y diplomáticos. Todos roban, y sólo nos enteramos cuando los descubrimos, y a pesar de descubrirlos, con todo el cinismo del mundo lo niegan. Veracruz en este sexenio no es la excepción. Un ejemplo: Zenyazen Escobar pactó exclusividad de Pepsi para las escuelas, y se quedó con el moche que la empresa refresquera ofrece a quien negocie el trato. ¡Eso también es robar!

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