Pero López Obrador no es ningún showman, mucho menos un animador cualquiera de esos que dicen: ¡Que lancen los que vinieron de Veracruz!; ¡que lancen un grito los que vinieron de Puebla! El presidente de México llegó a dar su discurso de una hora y media, un discurso en donde puso énfasis en sus logros. Cuando terminó se paseó junto con su esposa por el templete y después se retiró.
No parece que se haya enterado de la porra de Veracruz ni de la de ningún otro estado. De modo que los empleados de gobierno de Veracruz que fueron a gritas “vivas” regresarán sin haber logrado que AMLO se reconcilie con el Cuic y el lunes otra vez a trabajar, asoleados y desvelados.