Ahued, quieto

Ahued
Xalapa, Ver. Ricardo Ahued, Bardahuil FOTO: PATTY BARRADAS/FOTOVER
- en Opinión

Sergio González Levet / Con motivo de la lamentable estrategia triunfalista del primer informe de Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, no se hizo esperar una andanada de críticas y reclamos en los medios de comunicación y las redes, con lo que se suscitó una ola de crispación y linchamiento en contra del joven e inexperto gobernante.

Una vez más, el mandatario desperdició la oportunidad de hacer caso a la inteligencia y no a los consejos interesados y poco oportunos para la causa de sus cercanos, en la sangre y en el puesto.

La retahíla de cifras alegres y declaraciones mañosas levantó un clamor que no han podido acallar los medios oficiales ni los escasos periodistas entregados a la causa morenista. El pueblo veracruzano se manifiesta cada vez más en mayor número e intensidad contra el equipo que debería controlar para bien el presupuesto y la política interna.

Y en este ambiente de quejas y reproches, ha surgido nuevamente la idea subyacente de que debe haber un cambio de timón para enderezar el barco sin rumbo de la entidad, una de las más ricas y poderosas del país.

Obvio, el nombre de Ricardo Ahued Bardahuil emerge de manera natural como el más probable sucesor, por su carisma popular, por sus resultados como funcionario público y como representante electo de los veracruzanos.

Cuando digo que emerge de manera natural, me refiero a que por la parte del Senador con licencia y actual Director General de Aduanas no ha habido estrategia o movida alguna en ese sentido, a menos que el trabajo eficiente sea considerado la mejor de las grillas.

Don Ricardo y su grupo cercano están dedicados de lleno a sacar la delicada y escabrosa responsabilidad que le confirió el Presidente al exalcalde xalapeño.

La licenciada Patricia Ortega Pardo empeña toda su capacidad intelectual y su experiencia en ordenar administrativamente el monstruo burocrático que representa el manejo de las aduanas, con millones de movimientos de carga y descarga, de entradas y salidas, de exportaciones e importaciones, que deben ser rigurosamente consignadas y tasadas convenientemente para las arcas de la nación.

Juan Manuel Velázquez Yunes, en su papel de secretario particular, no tiene tiempo ni para voltear la vista hacia Veracruz, enfrascado en mantener el buen trato y la amabilidad que han caracterizado a Ahued durante toda su vida. Y lo hace en medio de demandas de atención de propios y extraños, que quieren estar y sentirse cerca del Director General, del mejor candidato, del seguro sucesor, según su percepción personal y masiva.

A los numerosos asuntos que se le acumulan en el centro del poder aduanero, el peroteño suma la atención a las peticiones desde el terruño, que titánicamente ha logrado ir saldando.

Cuitláhuac García debe sentirse aliviado ante la posición discreta que ha mantenido Ricardo Ahued, quien no hace olas ni ruido en Veracruz, ni menos sombra al Gobernador.

Cuando menos, por ahí no tiene preocupación el Cuic.

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