Doña Adela, una artesana purépecha de Michoacán quedó triste después de que no logró vender las servilletas bordadas, a pesar de que las vende a menos de 40 pesitos. La señora todos los días sale con la esperanza de que el trabajo que hace con mucho cariño sea del agrado de la gente, pero la gente cada día es más fría y cada vez optan por comprar en tiendas grandes donde los precios son más caros. Doña Adelita siempre pone el corazón en sus productos, pero eso no lo ven los compradores.
Adela, la mujer de 60 años fue captada triste en una escalera junto a sus servilletas. Es originaria de Turícuaro, y lleva sus artesanías a Uruapan y San Juan Nuevo Parangaricutiro para lograr vender lo suficiente para sobrevivir. El mercado de los artesanos suele ser desplazado por los productos industriales e importados, que además de que se encuentran en cualquier comercio y grandes plazas, cuentan con mayor publicidad y elementos visuales como empaques o etiquetas.
Un artesano que continúa con la labor artesanal, continúa también con la tradición que sus padres o familiares le legaron. Por lo que no lograr vender los productos que ha hecho su familia, causa una profunda tristeza en Adela, como en muchos otros artesanos. ¿Podemos hacer algo para cambiar la situación de las muchas “Adelas” que hay en México? La respuesta es sí. Entonces hagámoslo.
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