El presidente Andrés Manuel López Obrador levantó mucho polvo cuando habló de un supuesto “golpe de Estado”. Lo dijo el día sábado, quizá movido por la información que algunos medios dieran a conocer sobre el descontento que existe en la Fuerzas Armadas del país. La revista Proceso en su número más reciente señala que hay “enojo y decepción” entre los miembros del Ejército. Todo ello derivado del mal manejo de la crisis por el fallido operativo en la captura de Ovidio Guzmán López. El Ejército fue exhibido en su incapacidad, cuando en realidad el operativo estuvo desde un principio mal planeado.
Pero como el presidente no puede fallar, o al menos no se puede equivocar, entonces había que echarle la culpa a alguien y ese alguien fue al Ejército. Señala la revista Proceso: «La orden de liberar al hijo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, la carga política del Ejército en el fracaso de la detención y la reacción contra las críticas a la estrategia atizan silenciosamente el bajo estado de ánimo entre la tropa y oficiales».
De ahí que el presidente hablara de un golpe de Estado, razón por la cual recibiera duras críticas que lo obligaron no a rectificar, porque el presidente no se equivoca, sino a matizar su alarmista expresión. Ahora, en un mensaje lanzado en sus redes sociales, López Obrador trata de tranquilizar a los mexicanos diciendo que «vamos bien y no hay nada que temer».
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