Ahued y Veracruz

Ahued
Xalapa, Ver. Ricardo Ahued, Bardahuil FOTO: PATTY BARRADAS/FOTOVER
- en Opinión

Sergio González Levet / Si se preguntara hoy a los veracruzanos quién querrían que sea su Gobernador, es seguro que una gran cantidad contestaría con el nombre de Ricardo Ahued Bardahuil, el hasta ahora eficiente Director General de Aduanas, a donde fue llevado por una decisión inesperada del presidente Andrés Manuel López Obrador, anunciada en su mañanera del lunes 27 de mayo y ratificada por la Comisión Permanente del Senado el miércoles 5 de junio.

En estos cuatro meses y diez días que el Senador con licencia, ex alcalde y ex diputado por Xalapa ha pasado al frente de tan delicada responsabilidad, ha respondido con eficacia al encargo que extrañamente le dio de un día para otro el Presidente de la República.

Y resultó inesperado y extraño el nombramiento, porque don Ricardo estaba dedicado de lleno a su labor de Senador por Veracruz y hacía una ingente labor de gestión y de apoyo a sus paisanos. Nada, pues, parecía indicar en ese momento que sería invitado a cumplir diferentes funciones.

Los filósofos (¿filosos?) de café de inmediato empezaron a producir interpretaciones sobre el hecho, que iban desde que Andrés Manuel -según los malquerientes, que nunca faltan- había sacado hacia arriba a Ahued Bardahuil porque le estaba haciendo mucha mosca a su consentido Gobernador y discípulo Cuitláhuac García Jiménez, un hombre bueno, bueno, bueno… y honrado, hasta que en realidad -según ciertos allegados- el patriarca morenista lo había puesto en un lugar ideal para que se promoviera en su estado (en donde está el puerto más grande de Latinoamérica y la aduana comercial más importante del país), con miras a armar su ascenso hacia la gubernatura.

Lo cierto es que Ricardo Ahued cultiva, entre otras virtudes, la prudencia, y por ello se ha mantenido en un perfil discreto y se ha dedicado a trabajar con ahínco para sacar el tremendo paquete que le dieron, pues lo pusieron a atacar la corrupción en uno de los sitios más contaminados, y con muchos y poderosos intereses que se mueven entre el tráfico ilegal y el contrabando.

La legendaria fama de honesto que ha sabido construir en los puestos que ha desempeñado, está pasando por su más difícil prueba de fuego con esta misión presidencial. No obstante, hasta ahora su plumaje diazmironiano -construido en Xalapa al igual que los inmortales versos del vate jarocho- sigue cruzando sin mancha el pantano de la desolación aduanera.

Sería imposible que alguna avezada reportera o un cándido tundeteclas le sacara al Director de Aduanas una declaración en el sentido de que pretende sustituir de cualquier modo al actual Gobernador. Sería igualmente inverosímil que se interpretara alguna de sus acciones de trabajo como una campaña hacia la silla mayor de Veracruz.

Pero don Ricardo está haciendo muy bien su chamba, y eso cuenta más que cualquier grilla barata que le quieran endilgar…

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