Los cárteles no están pensando formar sicarios profesionales, los usan porque están en una condición de desprotección, de vulnerabilidad y para ellos son desechables, de tal suerte que si los detienen o los asesinan, tienen otros miles para disponer usarlos como tal. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geográfica (Inegi), en el país viven 38.3 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años de edad, 11.4 millones tiene cinco años o menos y 13.2 millones tienen entre 6 y 11 años, algunos sólo criados por madres solas o abuelos que los ponen en calidad de grupo vulnerable.
Esto ha desbordado que algunos adolescentes estén dentro de las organizaciones delictivas enfocadas a crimen organizado o delincuencia organizada, pero el destino para todos es el mismo, operan dos años en el grupo delictivo en el cual optan por entrar y después son aniquilados por las ráfagas de algún arma contraria.