En las reuniones que tuvieron los maestros antes de comenzar este ciclo escolar, tuvieron un acercamiento fantasma con unos documentos que marcaban las supuestas directrices de las nuevas leyes secundarias. Los docentes discutieron sobre una hipótesis teórica que no existía. Y es que hasta el momento no hay una certeza de que esos documentos que se discutieron en todo el país, sean aprobados. En otras palabras, la Nueva Escuela Mexicana es un cascaron y un intento de buenas voluntades.
Desgraciadamente, muchos maestros creen que sólo es una maquillada a la reforma de Enrique Peña Nieto. Es cierto que la permanencia docente ya no está en juego; no obstante, los maestros de cepa, o los de mayor antigüedad, temen que no se tome en cuenta la antigüedad y la preparación docente.
Además, en el ámbito pedagógico no hay solidez ni estructura en un modelo que sólo será una Mejoralito, cuando en realidad el sistema educativo mexicano requiere cirugía mayor. La filosofía de la inclusión y el deseo de formar un alumno íntegro, crítico y reflexivo choca duramente con la realidad.
Al menos, en gran parte del territorio veracruzano, a tres semanas de haber iniciado del nuevo ciclo escolar, los libros de texto siguen brillando por su ausencia. Esa es la realidad de la Nueva Escuela Mexicana. Y, por cierto, en el Congreso Federal, los diputados aún no se ponen de acuerdo para la fecha exacta de sesión, donde se avalen las dichosas Leyes Secundarias.
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