Édgar Landa Hernández* / Durante el transcurso de la historia se ha comprobado que personajes de la política se han vistos inmiscuidos en una serie de actos deshonestos que desembocan en la nula impartición de justicia que se ha de llevar a cabo, esto es por grandes intereses; ya sea diputados o senadores estos se ven rebasados de su capacidad hacia ciertos frentes que solo buscan de qué manera esconder todo tipo de tropelías que han ido construyendo a lo largo de sus mandatos o tiempo servil, bueno, si así se le puede llamar.
No es raro observar que un grupo minúsculo haga y deshaga mediante levanta dedos y así de esta forma poder ir acomodando todas las piezas del rompecabezas para salir avante mediante decisiones que sobrepasan por encima de la ley.
¿Pero a quién conviene este tipo de situaciones? La ley se hace a modo del que está en el poder. La ley se transgrede las veces que los que ostentan la batuta quieren, es el dinero parte fundamental de corruptelas y tropelías que por eso se enlodan y manchan su imagen a sabiendas que los billetes llegarán de forma abundante y sin trabajar como es correcto.
La ciudadanía no es tonta, hoy a través de las redes sociales se han ido desenmascarando este tipo de situaciones que en nada coadyuvan a un bienestar colectivo.
Nuestra sociedad está cansada de tanta porquería, de una impartición de justicia clasista, el que tiene dinero compra la ley, no así el que no la tiene.
Y no hace falta decir nombres, la sociedad lo sabe, la ciudadanía observa temerosa, ¿A quién dirigirse? ¿A dónde exponer las quejas si los que se suponen que las deben de escuchar y hacer algo también están coludidos en esta gran red de corrupción que representa el aparato político?
El poder corrompe, y así seguirá; como dicen en la iglesia, por los siglos de los siglos…
* Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores A.C.
Comentarios