Cuitláhuac desesperado, ahora ataca a la prensa crítica

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Xalapa, Ver. El gobernador de Veracruz Cuitláhuac García Jiménez FOTO: MIGUEL ÁNGEL CARMONA/FOTOVER
- en Opinión

Édgar Hernández* / 

¡Las plumas de las viudas de Winckler y Yunes!

Cuitláhuac está en la lona.

Pocas veces en la historia de México, digamos en el último siglo, un mandatario había sido tan ofendido, tan vituperado, tan lastimado en su dignidad, tan burlado por su forma cantinflesca de expresarse, tan cuestionada su sexualidad y puesta en tela de juicio su capacidad para gobernar.

Cuitláhuac García, dicen sus allegados, está en franca descomposición.

Dejó a un lado el sabadaba. Ya no quiere salsa. Le saben horrible los tacos de tripa gorda y anda como espantado, con un exceso de irritabilidad que se refleja ante sus colaboradores quienes le han marcado distancia y lo mantienen prácticamente aislado.

Ha ordenado que su Palacio se mantenga cerrado, encadenadas las rejas de entrada para que la gente mala –a diferencia de la gente buena del Peje- no se meta.

En realidad el nada codiciado solterón siempre fue un hombre solo, siempre apartado de sus amigos, de su casa, lejos incluso, de sus presuntas “novias” que en algún momento en campaña presumió como relaciones amorosas no llevadas al altar debido a que siempre se dedicó al estudio y a que “me fui a Alemania al doctorado”.

Eso del doctorado, al igual que las novias, al final del día resultaron solo distractores, verdades a medias, mentiras completas.

La crítica.

Desde que era el payaso preferido que animaba los eventos políticos del PRD y luego de Morena, Cuitláhuac García Jiménez, siempre mostró resentimiento y coraje contra los políticos de su clase, los encumbrados, así como contra la incipiente prensa que poco se malocupaba de su lucha política.

A la vuelta del tiempo y ante su dislexia natural y el atorón cerebral que le significaba expresarse con fluidez, es que empieza a chocar con ciertos columnistas y conductores de radio que lo cuestionaban y que por su enredo lingüístico no podía ni expresarse ni defenderse.

Eso lo mataba.

Ya gobierno y con el aparato bajo su control, pensó en el ahora sí me los chingo, pero ¡oh, sorpresa! A la vuelta de diez meses su imagen había tocado fondo.

Su credibilidad era nula y curiosamente su incapacidad para gobernar lo regresaron al inicio de su andar político, es decir, las improvisaciones y su actuar como payaso de carpa.

Acaso por ello a cada acción de defensa y justificación política que acomete, es objeto de ruda crítica de parte de los moderadores de opinión, articulistas, columnistas y moneros.

Acaso por ello las redes sociales han sido su patíbulo.

Son el cadalso donde no pude defenderse aun cuando sus amanuenses y aplaudidores, que cada vez son menos, tratan de encontrar caminos de justificación o de defensa por medio del ataque.

En las últimas horas un par de pájaros de cuenta, sedicentes “periodistas” –una tal Pagola y otro de apellido Tirado- hacen tremendas revelaciones sobre periodistas críticos que dejarán de recibir embutes del aun Fiscal General de Veracruz, Jorge Winckler.

Encamisada la revelación periodística con un encabezado que reza ¡Las plumas de las viudas de Winckler y Yunes!, buscan el descrédito, el sobajamiento, la burla contra la prensa crítica… el, ¡Te lo dije!

Sin más pruebas que un papel manuscrito con una lista de nombres y cantidades que supuestamente reciben, buscan distraer el sentido de la crítica, de la condena social, de la urgencia de renovar los cuadros de gobierno y no precisamente con gente como Verónica Hernández, flamante encargada de la defensoría fiscal ciudadana.

Es así como los patos le tiran a las escopetas.

Es así, con esa pretensión, como buscan descreditar el trabajo de los agudos opinadores que desde la Fidelidad, pasando por el Duartismo y el infausto gobierno de Miguel Angel Yunes, han sido señalados como chayoteros, limosneros, chantajistas y todo lo que termina en eros, sin mediar, por supuesto pruebas que de ser ciertas tampoco servirían de nada por dos razones.

La primera porque su actitud y comportamiento profesional no variará en el periodista crítico reciba o no dinero, sea producto de un convenio o entregado de manera directa en pago a su trabajo.

Y la segunda porque los verdaderos jinetes del dinero, los mercenarios de la pluma ahí están ubicados, reconocidos, despreciados por el gremio y desacreditados ante la misma clase política que los tiene tan devaluados que solo les avienta un pedazo de hueso para mantenerlos a raya, mismo que aceptan.

En mis casi tres décadas de jefe de prensa o denominación similar, he observado que a la prensa chayotera se le atiende e impone una tarifa mientras que a la prensa critica se le respeta y aprecia.

Y para los mercenarios de la pluma, otra especie inextinguible, pues solo distancia y desprecio.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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