La reclusa, que ingresó en la cárcel por un delito de usurpación de identidad estando embarazada de más de ocho meses, pidió ayuda y comunicó que tenía contracciones la mañana del día de los hechos, pero la dejaron sola durante las varias horas que duró el parto. De acuerdo con la demanda, poco después de una hora, en que la “fuente”, le reventó, Sánchez comenzó a gritar pidiendo ayuda. Un agente llegó a la celda y vio que la mujer «sufría claramente un dolor insoportable», y la ignoró.
Cuando un enfermero fue informado de la situación, supuestamente respondió que ya estaba programado que la mujer fuera trasladada al hospital, por lo que no necesitaba atención médica. Un video de vigilancia captó las imágenes de la cara de Sánchez contrayéndose de dolor cuando comienza a dar a luz. «Ese dolor fue indescriptible, y lo que más me duele es el hecho de que a nadie le importaba», confesó la mujer el año pasado. Momentos después, un enfermero entró a la celda para recoger al bebé. «Pusieron en riesgo la vida de mi hijo. Cuando llegué al hospital, dijeron que pude haber muerto desangrada».