Hace unos días informábamos lo que sucedía en un hospital rural de Minatitlán, hospital rural que el presidente atendería. Con tiempo le empezaron a echar su manita de gato al edificio, mientras que los familiares de los pacientes acusaban que los servicios eran pésimos, que los mismos familiares eran los que tenían que buscar las medicinas o pacientes que acudían a atenderse alguna úlcera o tumor.
Pero no eran atendidos y tenían que regresar a su comunidad con el mismo mal y con menos dinero pues en el viaje habían gastado sus ahorros. Por supuesto, maquillar los hospitales rurales para hacer creer que son eficientes es mentir, es engañar al presidente, es querer verle la cara de tonto; pero allá él si se deja engañar.