Los primos son primos

Gobernador
Cuitláhuac García Jiménez y Eleazar Guerrero Pérez FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Lo simpático del caso de los nietos de la señora Manuelita Durán, es que pasa más por la comedia involuntaria que por un tema político serio. Ver a nuestro gobernador dando una rueda de prensa y asegurar que Eleazar Guerrero Pérez y él no son primos, en tal caso, se dicen primos por razones que solo su abuelita sabrá, pero como ya es difunta, pues ni caso tiene estar con el asunto, es como decía, digno de un guion de película de Cantinflas.

Esta primera parte ya era muy graciosa, jamás espere a ver a un gobernador hablar de su abuelita difunta de esa forma. Pero eso no fue todo, el tema, como era de esperarse, llegó al show mañanero, donde el mismo presidente, de forma voluntaria o involuntaria, lo catapulta a nivel nacional.

Pero como parecía que no querían dejarlo ahí, en esos días sale a escena la Contralora General del Estado, Leslie Mónica Garibo Puga, nombre digno de esta comedia, a darnos aviso que después de profundas y sesudas investigaciones, concluye que no puede haber parentesco entre personas con diferentes apellidos, sería tan absurdo como pensar que todos los García y Jiménez de Veracruz fueran parientes del gobernador.

Ya el tema subido en la agenda nacional, resulta que un ocioso sin nada mejor que hacer, se le ocurre apersonarse en el pueblo donde todo este enredo tuvo comienzo y pidió las actas de nacimiento de Doña Manuelita, Don Julio, papá de Eleazar y Don Atanasio, papá de nuestro gobernador. Donde se comprobó que los papás de los interesados eran hijos de Doña Manuelita, pero de diferente papá y que si son primos hermanos Cuitláhuac y Eleazar.

Ahora todos están metidos en el chisme, la difunta abuela, los tíos y por supuesto, los primos Eleazar y Cuitláhuac, así como el mismísimo presidente de la Republica, por esa necia costumbre que tiene de meterse en líos que no le corresponden. Claro, sin contar a toda la parentela que tienen incrustada en la nómina del gobierno del estado.

Por supuesto que enojan estos actos de nepotismo, conflicto de intereses y posible tráfico de influencias en esta llamada Cuarta Transformación, pero lo que más molesta, por lo menos a quien esto escribe, es que nadie ha tenido la cortesía de platicarnos el chisme de la abuelita. ¿No se han puesto a pensar que es posible que Cuitláhuac y Eleazar no sabían que eran primos y por alguna razón la abuelita les inculcó que se trataran como si lo fueran? Deben estar en shock total, aunque al final del cuento, que bueno que Eleazar no fuera prima.

Para rematar el asunto, ver a una reportera cuestionarle al gobernador sobre el tema y este contestar que lo importante es que se investigue, después de todo él no es mentiroso ni corrupto. Fue un broche maravilloso para cerrar la primera temporada de esta serie de Primos de Cuarta en el poder.

Después de todos los dimes y diretes del tema de los primos, yo le recomendaría a nuestro gobernador tomarse unos días, alejarse de sus familiares y cercanos, y plantearse seriamente qué quiere y cómo desea ser recordado por los veracruzanos.

Parece sencillo, pero les aseguro que no lo es. El primer punto es tener claro que él llegó a gobernador más por circunstancias que por liderazgo personal. Una vez que tenga claro que es un hombre muy afortunado, lo que sigue es dejar a un lado las prioridades de su grupo cercano y definir las personales claramente, que pueden ser: intentar ser un buen gobernante y no traicionar a los que creyeron en él, hacerse un hombre inmensamente rico y olvidarse de todo una vez que acabe su gestión o mantener una lealtad inquebrantable al proyecto de Morena y a López Obrador.

Lo complicado es que estas tres prioridades que pudiera tener el gobernador no se tocan en ningún punto, no puede ser un buen gobernante, hacerse inmensamente rico y mantener lealtad al partido al mismo tiempo, tarde o temprano se tendrá que definir. Lo malo es que ya otros se tomaron la molestia de definirlo por él.

Es lo triste de la Cuarta Transformación, son políticos poco sofisticados y razonan de una forma sencilla. No es que no puedan atender problemas complejos, es simplemente que no saben cómo abordarlos y mucho menos cómo resolverlos.

Mientras tanto, los primos son primos.

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