Investigadores de la Academia de Ciencias de la República de Sakha determinaron que la cabeza encontrada mide alrededor de 40 centímetros, aproximadamente 50 por ciento más que el lobo común. Por su arte, el paleontólogo Albert Protopopov, quien trabaja para la investigación de este animal, aseguró que «se trata del descubrimiento único de los primeros restos de un lobo Pleistoceno completamente desarrollado, con su tejido preservado».
Lo que sorprendió a estos investigadores fue el hecho de que el cerebro de este lobo del Pleistoceno, estuviera intacto, en un estado perfecto de preservación. Este animal se puede ver en la exposición de animales congelados de la Era del Hielo en Japón.