Sólo aquellos columnistas que tienen que resguardar sus intereses, convenios y empleo con él defienden los dichos del gobernador; le buscan de manera burda la cuadratura al círculo, aunque cada vez les cueste más trabajo. ¿Cómo defender a un gobernador que presume la promiscuidad de su abuela para defender su nepotismo? ¿Cómo defender a un gobernador evasivo, que no puede responder con un simple “sí”, o con un simple “no”? Pero la necesidad los obliga a la abyección y aunque estén enlodados y pestilentes los pies del gobernador, ni modo, hay que besarlos.
En cambio, un día después de su “lástima Margarito”, respuesta pueril a los reclamos legítimos sobre su ignorancia, su ineficiencia, su nepotismo y su tráfico de influencias, la mayoría de los analistas y columnistas reprochan al gobernador su mensaje a los críticos. Un mensaje por cierto torpe, pueril, muy de su nivel. Un mensaje que abona a la monumental evidencia sobre su incapacidad.
Pero ya la mentira ha dejado de ser graciosa, la mentira ya empezó a hacer daño y eso es lo que deben de analizar esos amanuenses que los defienden. Entendemos que ponen en riesgo sus convenios, empleos y los de sus parientes, pero su servicio como opinadores es para la ciudadanía, no para un gobernador que no los merece.
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