Y México rogó, aceptó varios de los puntos que Estados Unidos exigía y para colmó hasta aceptó comprar grandes cantidades de productos agropecuarios de Norteamérica. México mandará a la Guardia Civil a la frontera sur, cerrará sus fronteras abiertas a centroamericanos, cubanos, africanos, haitianos, etcétera, etcétera, etcétera. Donald Trump queda en su país como el gran estadista, el mandatario que puede poner de rodillas a sus vecinos. ¿Dónde estuvo la falla?
Anunciar desde un principio una política de fronteras abiertas fue un error, porque eso incentivó a los traficantes de migrantes a que promovieran el paso por México para llegar a los Estados Unidos. No le quepa a usted duda que los mismos agentes americanos hayan propagado la idea de que Trump iba a necesitar mano de obra para construir su muro, o que habría paso libre en poco tiempo. Finalmente, México cedió, López Obrador no aguantó la manita de cochino que le hiciera Donald Trump.