En caso de que el funcionario denunciado encuentre alguna falsedad o imprecisión tiene derecho de réplica. Pero en México, como dice el dicho, “el que calla otorga”, y qué otorga, la razón. De modo que no hay tal guerra sucia en contra de la titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH). Simplemente la señora sacó la cabeza pregonando pureza, diligencia y trabajo, y algunos de sus allegados y malquerientes salieron a contradecirla.
Para muchos Namiko Matzumoto está fuera de lugar por la pretensión indecente de querer pasar como víctima a un hombre que se coludió con los asesinos de miles de jóvenes en Veracruz. Ahí están las fosas, ahí están los restos; alguien debió arrojarlos, alguien debió encubrirlos. Sólo falta que el día de mañana Matzumoto tenga la indecencia de pedir a los veracruzanos que nos disculpemos con Arturo Bermúdez Zurita. ¡Así de indecente!