A falta de algunos peritajes más, que dirijan con certeza al trasfondo del caso de Aideé Mendoza, la estudiante del plantel oriente CCH de la UNAM, la hipótesis más probable hasta el momento, es la que involucra a un grupo de estudiantes, a quienes sus compañeros identifican como “vendedores de drogas”. La joven Aideé, de origen indígena, sufrió una herida de bala estando en clase de matemáticas. Lamentablemente, una vez en el hospital, la estudiante perdió la vida. Asimismo, destacan algunas denuncias anónimas de estudiantes del plantel, quienes apuntan a un profesor como involucrado en el hecho.
Los primeros peritajes hechos por la procuraduría, indicaron que el disparo no provino de alguien que se encontrara en el salón de clases; esto tras las pruebas de rodizonato de sodio donde todos salieron negativos. A esto se suman los testimonios de algunos compañeros de la joven, quienes mencionaron que, al momento de escuchar la tenue detonación, al menos 4 estudiantes rondaban sospechosamente cerca del salón. Es sabido que tales estudiantes están involucrados en la venta de drogas. Cabe mencionar la probable complicidad del profesor de matemáticas quien, aun estando presente, no se percató de los 4 estudiantes fuera del salón, sin mencionar su renuente actitud al ser entrevistado.
A partir de estos hechos, las investigaciones serán encausadas a identificar y encontrar a estos supuestos narcomenudistas, así como averiguar más al respecto de dicho profesor. ¿Qué motivo tendrían tales estudiantes de atentar contra la vida de una joven de origen náhuatl, quien sólo deseaba estudiar una carrera universitaria? ¿Habrá sido solo un accidente? Si toda esta información resulta ser cierta, será lamentable el hecho de que unos jóvenes vendan drogas y porten armas con toda normalidad dentro de un instituto educativo. Aún más indignante será reconocer que un profesor, símbolo de aprendizaje y crecimiento, haya tenido que ver en este trágico suceso.
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