Lo ocurrido en Minatitlán es una muestra clara de que los criminales están perdiendo toda clase de escrúpulos. Antes, hasta entre ellos había códigos «mujeres y niños» eran intocables. Pero estos criminales bestiales ya no siguen ningún código, ya disparan a mansalva, sin importar si se asesina a la persona buscada, a un inocente, a una mujer o a un niño.
Ese es el perfil reciente de una clase criminal que se debe combatir, es un trabajo que requiere de profesionales y no sólo de discursos vacíos, sino de acciones concretas. Atrapar a los criminales que causaron la masacre de Minatitlán podría ser un buen paso para recuperar la confianza de los ciudadanos. Es válido decir que este tipo de hechos no se va a repetir, pero se espera que en verdad no se repitan.