Esto le ocurrió por sentirse totalmente competente para planear una gran boda sin ayuda de ninguna persona, ni de prometido. Ella misma contrató el salón, buscó su vestido por internet y demás preparativos idóneos para la fiesta. Como en toda fiesta pueden ocurrir imprevistos, su vestido llegó un día antes de la boda, el coro que contrató para su ingreso al altar no llegó y tuvo que poner una grabadora, misma que también falló.
“Me horrorizó. Era para haber sido un día especial, pero me dejó tan ansiosa que ahora estoy sin pelo. La gente no percibe cómo puede ser estresante planificar la ceremonia. El sueño de la boda puede convertirse en una pesadilla”, fueron sus palabras. Y es que han pasado tres meses desde que contrajo nupcias y su cabello sigue sin reaparecer en su cabeza.