Con la reforma neoliberal de Peña Nieto se buscaba que el ingreso fuera de acuerdo a los conocimientos de los jóvenes recién egresados. Sin embargo, en los primeros meses de trabajo se notaba la falta de experiencia en el manejo de los contenidos curriculares, se comenzó a notar la falta de experiencia en el manejo y control de grupo. Algunos que habían pasado a ser directores, no conocían en lo más mínimo de Gestión Educativa, se pudo notar una ausencia de liderazgo. El error de la reforma anterior es que se subestimaron los años de experiencia que acumularon a lo largo de los años miles de maestros. Se privilegió el conocimiento cuantitativo y se dejó a un lado el conocimiento cualitativo.
En otras palabras, el enfoque buscaba ser pragmático y acorde a las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el enfoque humanista de la escuela mexicana quedaba sepultado bajo un amasijo de leyes, muchas veces, punitivas. Y eso sin mencionar, que la dignidad del maestro, era pisoteada por organismos verticales y tozudos como lo fue el Instituto Nacional para Evaluación de la Educación (NEE), aunque en estos últimos días se hagan pasar como un sumiso aliado del maestro y de la calidad educativa.
No se debe dejar de prestar atención a cómo será el ingreso de los nuevos maestros y tampoco se debe descuidar las tutorías que ellos deben de tener. El hecho de que hayan pasado un examen de conocimientos no significa que serán buenos maestros o directores. Es cierto, algunos están aprendiendo y ponen su mayor esfuerzo, no obstante, la gran mayoría requiere humildad y ganas de recibir ayuda.
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