De manera privada nos llegó un mensaje en el que nos increpan sobre el tema de Anilú Íngram y su señora madre, que porque la madre de una funcionaria pública es intocable; al final casi nos recita “El brindis del bohemio”, alzando la copa y rematando: «Por mi madre bohemios». Pero el caso es que Ana María Vallines ha estado más tiempo en la función pública que la hija. En el currículum que entregó para ser la titular de Nómina del Congreso se advierte esa trayectoria, siempre cerca de los gobiernos priistas, desde los tiempos de Fernando Gutiérrez Barrios, quien la conoció en el hotel Mocambo, hasta en el bienio de Yunes Linares donde se refugió en la Legislatura, gracias a la hija.
Vale mencionar que antes de ese puesto ella era una de las administradoras de la Casa Veracruz, de la que, llegado el bienio de Yunes Linares, salió como las chachas, por la puerta de servicio. Por cierto, en esa hoja curricular se dice que la señora Vallines estuvo como directora de Gestión Institucional del programa Cumbre Tajín en 1999, pero el caso es que existen documentos en los que se advierte que en el 2004 ella todavía estaba encargada de los recursos materiales de este evento.
Dos documentos encontrados muestran que ella misma daba el visto bueno para las empresas que confeccionaban los uniformes y las empresas del transporte, lo que significa muchos porcentajes, muchos moches para quien dé el visto bueno, y esa era Ana María Vallines. Por ello anotamos en una primera nota, no extraña que atrás de la delegada de Sedesol, Anilú Íngram, estuviera su madre, como en el caso de las estancias infantiles.
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