Cuando en LBP decimos que el gobernador de Veracruz no conecta bien el cerebro con el lenguaje, no estamos sólo aventurando una frase. De hecho, en videos oficiales, cuando intenta discursar se advierten las dificultades que tiene para estructurar oraciones que contengan alguna idea. Tal vez por ello, y mientras no domine bien su discurso, lo mejor será no dar conferencias de prensa. Pero hay ocasiones en las que, obligadamente, tiene que discursar, y esas ocasiones son cuando el presidente de la República visita Veracruz. En Minatitlán, enfrentado al abucheo, su discurso fue corto y tartajante.
En Córdoba, más depurado el público (Patrocinio se ocupó de dejar a fuera a los manifestantes), pudo ser más extenso, pero eso obligó a los errores. En algún momento de su discurso dijo: «Hay una solicitud muy grande del pueblo veracruzano, que es mejorar la inseguridad que está cundiendo en todo el país». La solicitud, obvio, es para el presidente López Obrador. ¿Pero cómo pedir al presidente que mejore la inseguridad del pueblo veracruzano?
Los apologistas de Cuitláhuac García, que cada día son más, lo disculparán y dirán que su desliz oral es peccata minuta. Pero ya son muchas “pecattas” y cada vez son menos “minutras”. «Mejorar la inseguridad» es un oxímoron literario, una contradicción retórica. Pero Cuitláhuac García no es literato, es político, por lo que lo suyo es más un desatino, un desacuerdo entre su cerebro y su lenguaje. Por cierto, si de lo que se trata es mejorar la inseguridad en Veracruz, para eso lo tenemos a él.
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