Cuando transmuta el pensar

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- en Opinión

Édgar Landa Hernández / Me situó en lo alto, en donde todo lo que se sabe se transforma, en donde transmuto mi sentir y prosigo en esta carrera evolutiva. En lo curioso, en lo incierto, en la profundidad de cada pensamiento. Con una ruta específica, a dónde  ir y a dónde he de llegar. Conforme se avanza en estos pasos inciertos, en este andar pausado que me ha dado los años, en la complicidad de una vida que me ha dado de todo. Únicamente reposo y medito, instantes después agradezco. ¡Gracias!.

Es a través del silencio, de la oración donde se converge el espíritu, cuerpo y alma, cuando todo se alinea ¡regresa la armonía!

Cuando el pensamiento cambia la forma de ver y valorar la vida es otra. Se siente y se vive de diferente manera, se oscila entre los instantes y quisiera uno que jamás finalizaran.

Detener el tiempo entre las manos y poder seguir admirando la creación. Es en la madurez cuando llega el suspiro que inerte se cobija en el pensamiento. Llegan las ideas, se innova y se alterna la diversidad de opciones que las corazonadas obsequian por medio de la inspiración, el corazón se nutre de alegría y el alma se vuelve reluciente.

El poder del amor se hace más notorio, se ayuda al que menos tiene y se aprende a dar sin esperar nada a cambio, sin convicción alguna. Solo basta observar al horizonte y mirar el astro rey que sale en todo su esplendor, cobijandonos con la calidez que se cierne sobre nuestros corazones dándole la sazón exquisito al sabor de nuestro existir.

La palabra se utiliza en pro de los demás, dejando huellas que se quedarán impregnadas en nuestros semejantes, las respuestas a nuestras dudas las encontraremos a cada paso que damos, y buscamos sólo el camino correcto que nos ayudará en nuestro aprendizaje terrenal. La madurez es un estado en donde convergen sabiduría y conocimiento, amor y humor, es el enlace que disipa las dudas y los convierte en aciertos.

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