Esto recuerda la parábola de los dones, esa que relata el viaje que habría de hacer el amo al extranjero y que dejó encargados ciertos talentos (dineros) a sus esclavos. Unos las invirtieron y ganaron intereses, pero el esclavo inicuo, por miedo a la furia del amo escondió los talentos en la tierra para que no se le extraviaran, de modo que cuando el amo llegó le dijo: «Amo, yo sabía que eres hombre exigente, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste. De modo que me dio miedo, y me fui, y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo tuyo».
El amo enfurecido le reclamó la iniquidad e indolencia del esclavo por lo que ordenó que lo echaran «a la oscuridad de afuera. Allí es donde será [su] llanto y el crujir de sus dientes». Eso es lo que merece Hipólito Rodríguez, que lo echen fuera del ayuntamiento.