Además de la tradición de usar calzoncillo rojo o amarillo que ya le platicamos, existe una todavía más popular que es pedir los deseos o propósitos para el año nuevo. La costumbre marca que esto se debe realizar justo a la media noche, y con todas sus fuerzas debe pedir aquello que más desea; aunque claro, no basta con pedirlo, porque hay que saber que nada sucede por arte de magia. Se supone que a partir del primero de enero las personas deben de trabajar en acciones que las encaminen a alcanzar aquello que esperan suceda.
Propósitos hay y muchos, pero algunos son más comunes que otros. Por ejemplo, entre los más populares se encuentran bajar de peso, ahorrar dinero, entrar al gimnasio, viajar por el mundo, comprarse un auto o una casa, y comer saludablemente. Otras personas se proponen llevarse mejor con la familia, conseguir un mejor trabajo, tener hijos y a veces hasta formalizar alguna relación sentimental y hasta casarse, pero sea cual sea el deseo, muchas veces se quedan en buenas intenciones que no sobreviven las primeras semanas del nuevo año.
Entre las causas que llevan a que las cosas se queden a medias se encuentra la flojera que da, por ejemplo, levantarse temprano para salir a hacer el ejercicio que les haga tener un mejor cuerpo y una vida más sana; la falta de tiempo es también otro factor que se atraviesa en el camino; hasta la falta de dinero puede influir en el fracaso de los propósitos. Lo mejor es que hagamos una lista con cosas que sepamos que podemos cumplir a mediano y largo plazo, para no terminar el año y decir “¡otra vez no cumplí mis objetivos! ¿Usted ya sabe cuáles serán sus propósitos para el nuevo año que está por iniciar
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