Mientras pagaba centavos a los ancianos, hombres, mujeres y niños, él cobraba millones de pesos de los impuestos de los veracruzanos; mientras sus “pueblos” dormían en el suelo, en casa de campaña hechas con cobijas, él dormía en la suite del mejor hotel de la ciudad. Todos aquellos que ahora lo defienden, lo defienden porque son igual que él, cretinos y mercenarios.
¿Ya se les olvidó todo el daño que causó? ¿Ya se les olvidó la clase de ser humano que es? César del Ángel representa la parte más hedionda de la política, la parte más subterránea de un sistema que se pudrió en sus propias entrañas. ¡Anden, háganle una oda al criminal! ¡Canten sus proezas, “bufones de Palacio”, como si fuera un héroe, como si fuera un Quijote! ¡Saquen a relucir la esencia de lo que en realidad son, cretinos!