La euforia les robó el tiempo, llegaron hasta altas horas de la madrugada, jugando el recién lanzamiento. Las burlas por malas jugadas, error y una que otra broma ocasionó que subieran el tono de su voz, llegando al grado de gritos y carcajadas como si estuvieran aprovechando una tarde calurosa en la playa. La bulla enfadó a los vecinos que no dudaron en marcar a la policía para garantizarán el orden y pudieran descansar o seguir disfrutando de alguna serie cómodamente en la recámara de su hogar.
Sin embargo, los vecinos no contaban con que los policías también esperaban con ansias el estreno del videojuego. Los servidores públicos tocaron la puerta de los escandalosos inquilinos y preguntaron el motivo del ruido, después de una breve explicación y les pidieron pruebas. Así fueron invitados a entretenerse con las manos en el control del juego y, posteriormente exhibidos en fotografías que circularon en redes sociales. Resulta el colmo que los policías desatiendan sus funciones para divertirse con un grupo de jóvenes, como si no tuviesen algo más importante qué hacer; así desquitan sus salarios pagados con los impuestos del pueblo.