Zaira Rosas / Inicia un nuevo gobierno en el país, marcando un cambio en la historia de México por distintos factores: Una votación nunca antes vista fue la que posicionó a MORENA como el nuevo partido nacional, porque ahora todo el poder se concentra en una mayoría que fue elegida en las elecciones pasadas; ahora el gobierno está a cargo de una propuesta de izquierda, que ha ondeado la bandera de la austeridad y se ha acercado a quienes no tenían voz.
Andrés Manuel López Obrador y todos los representantes de MORENA llegaron al poder no sólo por sus propuestas, sino por la desesperación, porque ante la impotencia y la opresión que los estados vivían vieron en él la única posibilidad de cambio. Tristemente el cambio no llega únicamente con el cambio de líderes y aún existen mexicanos que olvidan el compromiso con su nación, el respeto al derecho ajeno y las garantías que otros juran defender.
El cambio está en cada uno de los ciudadanos, en respetar ciertas normas de convivencia, el derecho de propiedad y el reconocimiento de las diferencias para a partir de ellas construir una comunidad. El 1° de diciembre noté dos puntos polares en la toma de protesta de los nuevos dirigentes, por un lado vi participación de nuevos grupos como los pueblos indígenas, quienes antes poco eran tomados en cuenta y cuya voz siempre debería prevalecer por ser parte de nuestras raíces, noté que por primera vez múltiples causas sociales cobran real importancia y surgen verdaderas propuestas de colaboración y construcción que pueden impulsar al país.
Pero tristemente también noté que hay quienes no entienden que el cambio no es la oposición o el ataque entre mexicanos, vi a muchos de nuestros futuros dirigentes montar circos innecesarios y romper con el discurso de paz que tanto se pregonaba en campaña. Note la falta de preparación y capacidad de diálogo en muchos representantes del partido, tal como se notó en otros sexenios.
La transformación no llega por arte de magia, llega con el trabajo de todos los días, con la convicción de esforzarnos por construir el país que queremos. Si algo he de reconocer al nuevo gobierno es que se nota la elección de la gente, la confianza depositada en una figura y el vínculo que AMLO creó con el pueblo, en todo momento se ha mostrado cercano y se ha comunicado con el país en la forma más clara posible. Con él llega un gabinete que en su mayoría está integrado por personas con visión de un mejor futuro, pero sobre todo a su lado resalta una mujer llena de preparación, que ha luchado por causas justas y cuyo papel será muy distinto al de quienes antes estuvieron en su lugar.
Con el cambio de gobierno llegan los retos que enfrentarán los próximos gobernantes, la lucha contra la corrupción, la inseguridad, la urgente atención en la educación y como nuevo tema de agenda mediática la crisis de migrantes. Es el momento de firmar acuerdos y determinar el curso que seguirá el país y sus estados, pues mientras el Presidente se denomina partidario del perdón y la indulgencia otros exigen una rendición de cuentas de quienes han lastimado a la nación y atacado a los mexicanos.
Solo resta desear sabiduría y empatía a los dirigentes, activismo a los ciudadanos y criticidad e imparcialidad para detractores y fanáticos, porque al final todos tenemos un deseo en común: el bienestar de México.